Fractalidad
¿Por qué la fractalidad?
Porque es algo hermoso. Porque vivimos en un mundo en el que demasiado a menudo se nos olvida que nos rodea y nos asalta la belleza. Porque hay demasiado dolor en el mundo como para abundar en él pero por lo mismo hay también muchas razones para reivindicar la maravilla.
Los fractales son eso: maravilla en estado puro, belleza que surge de la recurrencia del número y, como por encanto, nos remite al mundo.
Las nubes, las costas, los brotes de las plantas, las venas de nuestro cuerpo, flores, cristalizaciones...parecen ser (re)creadas en las imágenes que genera el ordenador. Sólo su perfecta persistencia nos hace darnos cuenta del engaño sutil que se esconde tras las formas que percibe el ojo.
Benoit Mandelbrot es el genio al que le debemos la forma en que hoy conocemos los fractales. Él acuñó el término, él los dotó de ser cuando los ordenadores permitieron por vez primera realizar los cálculos necesario para presentarlos al ojo humano. Tienen más utilidades que la contemplativa, pero me ceñiré a ésta. En definitiva, a mí me cautivó la belleza fractal, no las aplicaciones prácticas de la misma. Y es esta belleza, junto con toda la que vaya encontrando y la que tenga almacenada en mis retinas la que quiero mostrar en pequeñas dosis. Hoy, para inagurar este blog, os remito a una joyita, la galería virtual de Silvia Poloto. Una web fantástica.
Comienza pues la singladura.
Porque es algo hermoso. Porque vivimos en un mundo en el que demasiado a menudo se nos olvida que nos rodea y nos asalta la belleza. Porque hay demasiado dolor en el mundo como para abundar en él pero por lo mismo hay también muchas razones para reivindicar la maravilla.
Los fractales son eso: maravilla en estado puro, belleza que surge de la recurrencia del número y, como por encanto, nos remite al mundo.
Las nubes, las costas, los brotes de las plantas, las venas de nuestro cuerpo, flores, cristalizaciones...parecen ser (re)creadas en las imágenes que genera el ordenador. Sólo su perfecta persistencia nos hace darnos cuenta del engaño sutil que se esconde tras las formas que percibe el ojo.
Benoit Mandelbrot es el genio al que le debemos la forma en que hoy conocemos los fractales. Él acuñó el término, él los dotó de ser cuando los ordenadores permitieron por vez primera realizar los cálculos necesario para presentarlos al ojo humano. Tienen más utilidades que la contemplativa, pero me ceñiré a ésta. En definitiva, a mí me cautivó la belleza fractal, no las aplicaciones prácticas de la misma. Y es esta belleza, junto con toda la que vaya encontrando y la que tenga almacenada en mis retinas la que quiero mostrar en pequeñas dosis. Hoy, para inagurar este blog, os remito a una joyita, la galería virtual de Silvia Poloto. Una web fantástica.
Comienza pues la singladura.
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Mei -